16 septiembre 2009

Una tarde

Quise en algún momento dar vida a una crónica de la tarde en Coyoacán pero me fue complicado ver los laberintos de este lugar vacíos de tí. Es verdad que la gente sigue pisando en abundancia este sitio, que las creaciones artísitcas tocan sutilmente cada uno de sus contornos, que los colores, olores y ruidos son únicos y característicos...y es verdad que tu risa y tu andar también le daban otro sentido.
Serían las cuatro de la tarde cuando me acerqué a la concentración de personas, encontré de suerte una banquilla libre y entonces me senté a observar. Pocos son los que hacen eso: sentarse para dejarse hipnotizar. Busqué entonces la forma de relatar un típico 15 de septiembre...y me ganó la tristeza de no tenerte a un lado para sonreírte, para tomarnos una fotografía, para buscar un nuevo lugar por caminar, no tener tus dedos entre mis manos.
Me dediqué esa tarde a ver a los demás con un dinamismo impresionante; entre los pasos de la gente pude encontrar recuerdos, muchos recuerdos...y a lo poco -o mucho- que pude darle vida fue a esto, y a la cantidad de sueños que quisiera hacer contigo cuando estemos juntos en nuestro sitio de nuevo.

No hay comentarios:

... y entonces buscamos un camino.

... y entonces buscamos un camino.