Es raro darse cuenta de la fortaleza que puede tener alguien cuando está en la recta final. Me pregunto si es por valor y deseo de seguir pisando el suelo, o es el temor dejar de hacerlo. Cualquiera que sea me sigue dejando sorprendida esa fase de enfrentar lo que venga a los 80 años de edad...aunque sería preciso destacar que a esa edad no hay mucho a que tenerle miedo, según yo. Pero regresando a la idea principal sólo quiero mencionar cómo es que mi abue pone en marcha lo que cree y lo que dice, ejemplo de congruencia mayor no he visto. Puesta en marcha hacia el hospital, cinco días de la semana, acude para ser víctima de cientos de descargas de radiaciones en algunas zonas de su cuerpo, como “cuchillos fríos”, dice, que atraviesan hasta su aura.
Es cierto, se lamenta, y con todo y eso tiene la idea de continuar siendo un experimento más de la medicina contemporánea. Según esto podrá mejorar conforme la terapia avance, aunque admito creer que el poder de sugestión de Lola es más grande que esa máquina de vibraciones, luces y sonidos que la ultraja; seguramente esa es la cura. Y me da gusto verla así de tranquila, tan cotidiana, tan sí misma, con un aire de indiferencia a juzgar de bueno o malo lo que le presenta la vida. Me extraña, me sorprende su capacidad de pararse frente al día de hoy –y hasta que ella o el tiempo quieran- para vivir las horas venideras, pisando el sueño aun en la recta final.
¡Vamos! Qué dieran muchos, incluso yo, por tener el valor de pararme en cualquier día con la misma indiferencia de si es bueno o malo lo que venga, sólo con la postura de vivir las cosas, vivirlas y nada más.
22 diciembre 2010
17 octubre 2010
Tengo miedo de dormir
Hay muchas veces en que me da miedo dormir. Me sorprendo en las horas de la madrugada, acostada sobre la cama con un sinfín de ideas puestas en el techo, metida entre cuatro paredes que albergan la estática de los muebles, la amarillenta luz, una ligera capa de polvo entre los libros y el constante ruido de un insecto entre tanto silencio.
La soledad que descansa sobre mi pecho respira en sintonía conmigo, y es la única que se queda ojiabierta en resistencia a conciliar el sueño. Las cobijas han de quedarse todavía largo rato en espera de tocarme, porque el miedo a dormir resulta mayor que el cansancio que pueda sentir.
En estas horas es cuendo se desencadena una extraña necesidad por expresar con todos los sentidos aquella latente serie de palabras que retumban en la cabeza. Pero todos -o casi todos- se encuentran durmiendo para entonces, y no hallo a quien poder abrazar con la voz, con la simple y sencilla voz.
Me da miedo dormir porque puede que acabe todo -o comience nada- en ese momento de cerrar los ojos, que no exista alquien a quien regalarle un "te quiero", u otorgarle ese último abrazo, o simplemente dejarle los mejores deseos para el siguiente día. Me da miedo dormir, estando con la soledad por encima de mí, enterrada entre mis manos, en el cuerpo, gastanado los minutos de mi vida, robándose de mi boca la última palabra, el último te quiero.
La soledad que descansa sobre mi pecho respira en sintonía conmigo, y es la única que se queda ojiabierta en resistencia a conciliar el sueño. Las cobijas han de quedarse todavía largo rato en espera de tocarme, porque el miedo a dormir resulta mayor que el cansancio que pueda sentir.
En estas horas es cuendo se desencadena una extraña necesidad por expresar con todos los sentidos aquella latente serie de palabras que retumban en la cabeza. Pero todos -o casi todos- se encuentran durmiendo para entonces, y no hallo a quien poder abrazar con la voz, con la simple y sencilla voz.
Me da miedo dormir porque puede que acabe todo -o comience nada- en ese momento de cerrar los ojos, que no exista alquien a quien regalarle un "te quiero", u otorgarle ese último abrazo, o simplemente dejarle los mejores deseos para el siguiente día. Me da miedo dormir, estando con la soledad por encima de mí, enterrada entre mis manos, en el cuerpo, gastanado los minutos de mi vida, robándose de mi boca la última palabra, el último te quiero.
11 octubre 2010
Estática
Otra vez desnuda sobre la cama, resignada a la nostalgia de la noche, con el frío del viento, un grillo que no cesa en el silencio y el extraño aroma a sal húmeda sobre mi almohada.
09 agosto 2010
En quietud
Cuando releo este lugar pienso en la posibilidad de darle un giro al tono que lo describe, sólo que regreso al punto de que esa es su esencia y no soy quién para quitárselo por un simple arrebato. Por eso sólo quise remembrar que las historias aquí trazadas van marcando también la vida, y eso tampoco es algo que se pueda borrar. Ya han pasado unos meses en que dejé cierta calma para estos lares. Sin embargo, hoy retomo el camino para darle cierto seguimiento con los fragmentos del corazón.
Hoy...me siento con el corazón en cierta quietud. Su fragilidad se ha atenuado un poco más, como pasa cada vez que se te hiere el alma. No por eso es menos sensible, sólo menos frágil. Ahora está en silencio, con esa parte de alivio a sí mismo y a mí también, un espacio para estar en completa compañía él y yo. Respiro, cierro los ojos, me dispongo a dormir...y la quietud en el pecho es inmensa. Después de un rato se me cuela la enorme necesidad de tocar esa delicada sensación del abrazo...y convoco a las lágrimas para satisfacer esa ansiedad. No es tristeza, es añoranza. No es ausencia, es resguardo. No es miedo, es la falta en mi corazón de hacer las cosas para su bien.
Hoy...me siento con el corazón en cierta quietud. Su fragilidad se ha atenuado un poco más, como pasa cada vez que se te hiere el alma. No por eso es menos sensible, sólo menos frágil. Ahora está en silencio, con esa parte de alivio a sí mismo y a mí también, un espacio para estar en completa compañía él y yo. Respiro, cierro los ojos, me dispongo a dormir...y la quietud en el pecho es inmensa. Después de un rato se me cuela la enorme necesidad de tocar esa delicada sensación del abrazo...y convoco a las lágrimas para satisfacer esa ansiedad. No es tristeza, es añoranza. No es ausencia, es resguardo. No es miedo, es la falta en mi corazón de hacer las cosas para su bien.
19 mayo 2010
Ese alguien...
Un día conocí a alguien de un modo peculiar. Ese alguien comenzó a conocerme, a quererme...yo tenía miedo y sólo pude conocer y no querer. Ese alguien quiso ser parte de mi vida, yo no pude aceptar eso porque tampoco tenía mucho qué ofrecer. En esos días descubrí magia en los momentos que coincidieron nuestros pasos, entonces conocí más a ese alguien y comencé a querer. Para entonces ese alguien ya no quiso ser parte de mi vida, pero yo ya no podía dejar de querer. Durante más días estuvimos cerca, pero nunca tanto como para estallar juntos en la vida...y quizá sea por eso que las cosas no estuvieron a mi favor. Un día ese alguien tuvo que partir, yo me quede queriendo y tuve miedo otra vez. Le seguí la huella a ese alguien y fuimos parte de nuestras vidas sin estar juntos. Vivimos 27 días cerca...27 días entre querer, temer, hacer, creer, crecer. Para otro día yo regresé con las manos extrañas. Ese alguien se quedo con las manos...llenas o vacías, no lo sé. Un día me di cuenta de que querer y no tener es más pesado que tener y no querer. Aprendí que ese alguien tiene algo que yo poseo, pero tiene más cosas que no poseo...porque además no se pueden ver. Otro día día simplemente me cansé de creer, y no de querer precisamente. Ese día decidí dentener nuestra historia, ponerme reordenar mi sentido de la vida. No lo dejé, no me dejó, sólo dejamos de estar juntos...mejor dicho, dejamos de estar cerca. Ese alguien se quedó ahi dentro de mis letras. Yo me puse a leer esas letras. Me encontré con ese alguien y decidí ponerlo en una sola hoja. El resto del libro todavía me falta por leer...
01 mayo 2010
No sé qué...
Lola tiene cáncer y no sé qué pensar. En algún momento me hice a la idea de que eso era un hecho, justo antes de que se lo diagnosticaran; ahora es distinto, no sólo es mi idea. Un papel bastó para saber esta noticia, unas líneas médicas, algo tan grande en tan poco espacio y en tan pocas letras. No sé qué sentir. Guardo silencio e imagino a mi abue entrando a mi recámara como acostumbra siempre, diciendo en voz baja y chistosa algún tipo de oración imperativa: ya duérmete. Acaricia sus labios y su lengua los moja rápidamente, sus manos son rígidas por la extraña e inoportuna artritis que las envuelve, su cabello en blanco es parecido al de mis muñecas…vulnerable y muy delgado. Ella entera se mueve bajo su propio pie y, mejor aún, bajo sus propias ideas y deseos. Tiene esa tendencia a reírse conmigo por estupideces, de contarme su pasado y de llenarme de consejos. Mientras me habla sus ojos expresan emociones que sólo ella ha podido experimentar en su larga vida, casi nunca se queja y por el contrario prefiere mandarnos a la chingada de la manera más atinada y menos molesta para uno. Ella es tan auténtica y radiante que poco puedo imitarle a esta edad. No sé qué decir. Sólo dejo derramar una lágrima en este cuarto, pensando en que aquel ser de brazos cálidos simplemente está enfermo y en mis manos no hay mucho qué hacer al respecto. Derramo una lágrima más. La serie de cosas que hemos hecho juntas pasan por mi mente uno a uno, somos cómplices de nuestros secretos, de nuestra relación única y transparente. Y siento que los dedos de las manos no me alcanzan para enumerar lo que hemos compartido, las letras no son suficientes para agradecer lo mucho que me ha enseñado. Entonces comienzo a llorar… porque un día simplemente dejará de estar aquí parada en mi cuarto, viendo que escribo –como hoy, a media noche- y pidiéndome que vaya a dormir.
22 abril 2010
Mis últimas líneas para ti
Siendo sincera no estuviste día y noche en mi pensamiento. El propósito era precisamente dejar de pensarte así, tan constante e insistente. Sin embargo eso no evitó escribirte unas cuantas líneas más…cuales no sé si algún día leas, si valorarías tenerlas, incluso si te interese conocerlas. Están aquí para ti y por ti, indudablemente con la intensidad de siempre y con la promesa de encerrarse ya pronto en algún libro. Se están plasmando aquí para atrapar tu aliento y todo aquello que se te parezca, buscarán la forma más exacta de describirte y envolverte para guardarte de una vez por todas en la memoria.
Por eso hoy pregunté por ti al cielo, te dibujé en las líneas de mi cuerpo, te besé con los ojos vendados y te abracé en el silencio. Entonces sé que estás bien, caminando entre uno y otro riesgo u obstáculo, pero caminando. Decidí entonces tomar esa imagen tuya y doblarla en varias partes junto a la serie de cosas que compartimos y dimos vida, la puse en un sobre y lo enterré ahí, al cerrar la contra portada del libro que escribimos juntos.
Hoy está ahí el libro, cerrado y en silencio, inmóvil y siendo parte de la vida misma… Tú estás en él, no hay duda. Sólo que ahora toca el turno de dar descanso a las líneas que te hablaron durante algún tiempo y hacerlas callar siempre.
Hasta siempre… Chocolate.
Por eso hoy pregunté por ti al cielo, te dibujé en las líneas de mi cuerpo, te besé con los ojos vendados y te abracé en el silencio. Entonces sé que estás bien, caminando entre uno y otro riesgo u obstáculo, pero caminando. Decidí entonces tomar esa imagen tuya y doblarla en varias partes junto a la serie de cosas que compartimos y dimos vida, la puse en un sobre y lo enterré ahí, al cerrar la contra portada del libro que escribimos juntos.
Hoy está ahí el libro, cerrado y en silencio, inmóvil y siendo parte de la vida misma… Tú estás en él, no hay duda. Sólo que ahora toca el turno de dar descanso a las líneas que te hablaron durante algún tiempo y hacerlas callar siempre.
Hasta siempre… Chocolate.
17 abril 2010
Una respuesta para algunas preguntas
¿Podrías creer que todo lo que vivimos e hicimos simplemente se quedará en papeles, fotografías y recuerdos? ¿Crees que será tan fácil dejar a un lado la constante presencia de tu nombre, tu voz y tu cuerpo? ¿Cómo puedes imaginar que haré para no esperarte si es la primera vez que me confieso realmente atrapada en algo llamado querer? Permíteme que responda por mí y no por ti precisamente.
Sí, todo aquello que vivimos e hicimos lo dejaré en papeles, fotografías y recuerdos. Todo en la vida tiene su importancia para comprender la historia personal, por ende serán puntos de experiencia y aprendizaje que dejan lo suyo en la mía. No por eso significa que viviré atada a ellos o me someta a repetirlos.
No, las cosas fáciles generalmente son las que menos cambios generan en la vida. Si bien tuviste un papel fuerte y protagónico en mi vida, también es cierto que para que dejes de serlo habrá requerido de un esfuerzo considerable de mi parte, cosa difícil. Por eso creo que aquello que no te mata te hace más fuerte. Estoy convencida de que todavía no moriré.
Tomaré las riendas de la vida como debí hacerlo en su momento, tener por lema: espera por ti, por nadie más. Estoy viviendo al día, como vulgarmente se dice, sin menospreciar la sabiduría del tiempo. Absolutamente todo pasa en la vida, lo bueno, lo malo, lo mejor y también lo peor. Todo… así que esta etapa también pasará…simplemente porque hay una vida que me espera, a ella hay que darle cuentas
Sí, todo aquello que vivimos e hicimos lo dejaré en papeles, fotografías y recuerdos. Todo en la vida tiene su importancia para comprender la historia personal, por ende serán puntos de experiencia y aprendizaje que dejan lo suyo en la mía. No por eso significa que viviré atada a ellos o me someta a repetirlos.
No, las cosas fáciles generalmente son las que menos cambios generan en la vida. Si bien tuviste un papel fuerte y protagónico en mi vida, también es cierto que para que dejes de serlo habrá requerido de un esfuerzo considerable de mi parte, cosa difícil. Por eso creo que aquello que no te mata te hace más fuerte. Estoy convencida de que todavía no moriré.
Tomaré las riendas de la vida como debí hacerlo en su momento, tener por lema: espera por ti, por nadie más. Estoy viviendo al día, como vulgarmente se dice, sin menospreciar la sabiduría del tiempo. Absolutamente todo pasa en la vida, lo bueno, lo malo, lo mejor y también lo peor. Todo… así que esta etapa también pasará…simplemente porque hay una vida que me espera, a ella hay que darle cuentas
06 abril 2010
Adios
Nunca hay una manera para decir adiós, no existen las palabras adecuadas ni el lugar indicado, mucho menos el momento preciso. Pero a veces hay que hacerlo con todo y lo mucho que nos pese hacerlo. No sé si tengo que llorar o solamente meterme bajo las cobijas por largas horas para no sentir. No sé si será pronto el día que me harte de sentirme triste, no sé si pueda olvidar las cosas, no sé qué sucederá cuando mañana amanezca.
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